jueves, 1 de octubre de 2020

Ratas


Ratas

Abrió las retinas, se encontraba tirado en una fosa vieja y sucia. Inmóvil, como cuando dicen que se te sube el muerto; vio que la única luz que iluminaba su entorno provenía del rectángulo que tenía por encima (era la salida). Por el rabillo del ojo, veía como cientos de figuras grises con colas largas danzaban en círculos alrededor de su cuerpo. Percibió el hedor de los orines y las heces de los roedores.


Escuchó el chillido de las ratas aproximarse, cerró los ojos intentando despertar a toda costa, pues les tenía fobia a los ratones. Sintió las patas transitar por su rostro, y el pelambre enmarañado tocar sus labios. Quiso gritar, pero la boca le permaneció cerrada como un calabozo.

Lo empezaron a ruñir, se daban un festín con su cuerpo. El suelo se tiñó del color rojo de la sangre. Los pequeños, pero afilados dientes: rasgaban la carne y trituraban los huesos. Era el dolor de ser comido en vida. Apretó los ojos con más fuerza, deseaba escapar de ese mal sueño. Las ratas le comieron los párpados. Las pupilas quedaron expuestas al aire, privándole la oportunidad de volver a dormir y despertar de la pesadilla.

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