Por Luis Angel Núñez Guerra
“Mamá, Papá… perdónenme por lo que voy hacer, no creo que
nadie pueda sentir mi dolor como yo lo estoy sintiendo, perdí las ganas
de vivir, créanme que lo he intentado pero no puedo ni quiero dejar de olvidar
a Luzia, maldigo el día en que murió, no se tienen por qué culpar ustedes de
nada, yo estoy tomando esta decisión un poco egoísta...
todo es mi
responsabilidad...
Los amo por siempre... atte. Mauricio”.
Me limpié las lágrimas y el escurrimiento nasal, terminé de
escribir mi carta de suicidio, la doble por la mitad y la puse en mi cama, ya
me había bebido la mitad de una botella de whiskey, por lo que le di otro trago
para agarrar valor, el licor quemaba mi garganta, ya podía sentir los
efectos del alcohol en mi cuerpo, tenía que hacer las cosas rápidamente, no fuera
ser que por borracho mi misión de quitarme la vida fuera un fracaso.
Salí de mi cuarto, bajé las escaleras y me dirigí al patio
buscando una soga que sirviera con mis propósitos, no encontré nada de
eso, pero lo que si vi, fue el mecate del tendedero donde mi mamá colgaba la
ropa mojada, lo desamarré y lo estiré con las 2 manos, convenciéndome de que
aguantaría y serviría.
Entré de nuevo a mi casa, recorrí un rato por cada lugar de
ella, recordando tantos momentos que pase al lado de mis padres, pero…
también los momentos que pasé con Luzia, cada recuerdo era un dolor
creciente en el corazón, me senté un rato en el sofá, le di otro trago a la
botella... aquel sofá en el que me reunía con mis padres a ver series en netflix,
pero también era el sofá en el que aprovechando que no había nadie en la casa
le hice varias veces el amor a Luzia.
Me puse de pie, subí de nueva cuenta a mi habitación en una
mano llevaba la botella y en la otra el mecate, entré al cuarto de baño me
miré unos minutos en el espejo, estaba decidido a hacerlo, pero también tenía
mucho miedo, mi ojos no paraban de llorar, le di otro trago y me dije es
ahora o nunca… Amarré el mecate a mi cuello y el otro lado al tubo de la
regadera, le di el último trago a la botella, la deje caer al piso y se quebró
en mil pedazos de vidrio, respire profundo y me dije que a la cuenta de tres
lo haría...1...2...3... me dejé caer de rodillas, pude sentir como mi cuerpo se
movió como un resorte, mi cuello tronó, me intenté poner de pie, pero los
vidrios de la botella se me clavaron en mis pies descalzos llenando toda
la regadera de sangre, me apretaba la garganta, no podía respirar, quería
gritar y pedir ayuda, pero el mecate en mi cuello me impedía decir palabra
alguna,
me retorcía ante la falta de aire... la vida se me escapaba...
lo último que recordé fue la vez que me di cuenta que estaba enamorado de Luzia,
esa vez que fuimos a su bar favorito y bailamos "El Baile y el
Salón" de Cafe Tacvba... todo se volvió negro... mi cuerpo yacía inerte colgado en la
regadera de mi cuarto de baño.
Paparapapa eu eo...
Paparapapa eu eo
Me encontraba en las puertas del lugar, quedé sorprendido
cuando mi cuerpo traspasó las rejas como si se tratase de un truco de
magia, la densa niebla oscurecía mi visión, pero alcancé a distinguir
cientos de personas deambulando sin rumbo fijo, algunas chocaron contra mí...
por un instante se me quedaban mirando fijamente el rostro para después ver a
través de sus ojos el brillo de la decepción, seguían su recorrido
aleatorio, yo por otro lado ya sabía dónde me encontraba y cual era mi ruta a seguir.
Conforme me acercaba a mi destino, la niebla se fue
disipando, la atmósfera del lugar se tornó fría pero sin llegar a extremos helados,
la luz de la luna iluminaba mis pasos a través del camino pavimentado, podía
sentir la mirada de decenas de personas clavadas en mí, algunos todavía
tendrían la oportunidad de salir de este lugar, por otro lado, otros
estaban anclados aquí para toda la eternidad.
Al fin estoy aquí, después de tanto tiempo... estoy feliz.
Luzia está sentada cabizbaja frente a su tumba, recuerdo el vestido con el que
fue enterrada deja entrever una parte de su espalda, siento su cuerpo al
poner mi mano sobre su hombro, me da un escalofrió, su postura se vuelve
recta,voltea a verme, sus ojos grandes están hinchados por tanto llorar,
ella también me ha extrañado, me regala una sonrisa de boca a boca llena de
felicidad, me ha estado esperando, pero ya no tiene nada por qué temer estoy
aquí con ella. Le ayudo a ponerse de pie, nos fundimos en un abrazo, puedo
notar la fuerzas de sus brazos contra mi espalda, seguimos abrazados
y veo su hermoso rostro, se le cae un mechón de su cabello y se lo
pongo detrás de la oreja, la tomo por la cintura y empezamos a bailar, descansa
su cabeza sobre mi pecho, todo empieza a girar, veo por encima de la cabeza
de Luzia una
multitud de espíritus que se conglomero para ver nuestro baile
espectral, mis pies y los de Luzia ya no tocan el piso, estamos dando
vueltas y flotando, conforme nos elevamos dejamos debajo de nosotros el panteón
hasta perderlo por completo, tenemos la luna llena de fondo y nos
damos un cálido beso como si fuera la primera vez que nos besamos, mi ánima
tiene vida... mi tormento a desaparecido, nuestras almas se transforman en
una sola luz y ascendemos al cosmos para volvernos uno mismo con él.
FIN
Luis Angel Nuñez Guerra
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